En días pasados un muy querido amigo de
la preparatoria me compartió una entrevista hecha por NPR books a Jon Ronson,
autor de un libro que me dejó electrizado. La entrevista se titula en ingles:
“Avergonzado públicamente: ¿Quién necesita la picota cuando tenemos Twitter?
El
libro se titula: “Has sido públicamente humillado: un viaje al mundo de la degradación
pública”, Penguin books, 2015.
El
escritor Jon Ronson a dedicado mucho tiempo siguiendo la historia de personas
que han sido humilladas o hechas cenizas por las redes sociales, la mayoría por
transgresiones menores –aunque ha documentado también mayores-.
En
la entrevista comenta que sus niveles de ansiedad se elevaron mientras escribía
sobre algunas víctimas de la humillación pública: “Mi libro tiene una cualidad de
generar paranoia y taquicardia”, y añade: “pero de una manera positiva, porque
lo que quiero mostrar es que tengamos cuidado cuando nos dedicamos a exhibir y
destruir a personas por nada, esto es lo que se siente”.
Aclara
sobre que entiende por avergonzar: “Estoy hablando específicamente sobre el
castigo desproporcionado de personas que realmente no hicieron algo grave. Esta
dura vigilancia de la sociedad que hemos creado desde el surgimiento de las
redes sociales, donde yo creo que tratamos de definir al otro tomando como
punto de partida el peor comentario hecho en Twitter o Facebook. Tendemos a ver
los mensajes personales como si estuvieran vinculados a su maldad, aunque
sepamos que no reflejen la totalidad de lo que es esa persona y hacemos juicios
demoledores sobre la misma”.
Adelante
ejemplifica con el caso de Justine Sacco y dice: <<Ella tomó unas
vacaciones en Sudáfrica, y poco antes de abordar el avión escribió en Twitter: “me voy a África, espero no me
contagie de SIDA, bromeo, soy blanca”.
Abordó el avión y se durmió. Al despertar en Ciudad del Cabo y encender
su teléfono vio un texto, de alguien de la que no había sabido nada desde los
tiempos del high school que decía:
“Lamento mucho por lo que estás pasando ahora”. Pues resulta que mientras
dormía su tweet dio la vuelta al mundo y su vida fue destruida.>>
Su
mensaje nunca intentó ser racista, era un comentario irónico dirigido a su
circulo más cercano, pero descontextualizado fue interpretado como parte de la
tradición de las personas que se burlan de una posición de privilegio, cosa que
en su vida no era así. Pero sin la menor
consideración esto fue suficiente para generar un huracán que destruyó
totalmente su vida laboral y social.
Luego
el autor aclara sobre la diferencia entre molestar –trolear- y avergonzar. Y
dice: “de algún modo centrándome en lo que es molestar o trolear, es un modo de
sacar las cosas de un modo fácil y rápido.
Y así vemos que en el caso de Justine Sacco, recibió inmediatamente como en avalancha amenazas de violación y de
asesinato. Pero no fueron estas cosas lo que la destruyeron, fue la gente
“buena”, como la mayoría de nosotros, tratando de ser empática para hacer el bien la
que más daño hizo. Gente “buena” que se acercaba solo para conocer los detalles
por curiosidad, chisme o insidia. Que compartía comentarios en internet sumándose
al linchamiento. Gente “buena” que tomo distancia de ella por no saber como
tocar el punto con ella y que solamente la aislaron. Concluye el autor
comentando “Esta gente es más amenazante
y peligrosa que los troleadores”.
Le
doy toda la razón a mi amigo Jon Ronson y José R. que le agradezco compartirme
estas reflexiones. E intenta borrar algo de Google, Twitter o Facebook. Es más fácil decir tus pecados te son perdonados que borrar una memoria de esos deshumanizantes dictadores contemporáneos.