sábado, 11 de abril de 2015

Las redes sociales y las lenguas de Esopo

Esopo, según Diego de Velazquez en el museo del Prado
En estos tiempos, donde no tenemos ya ni guillotina ni fusilamientos, salvo los perpetrados por los extremistas islámicos en un alto grado de deshumanización, tenemos en otro extremo el terror más virulento de las redes sociales e igualmente deshumanizante y bestial. 
Me pregunto: ¿Quién se puede librar y borrar del maldito buscador de Google? ¿Alguien ha logrado liberarse de su terror?
Una persona conocida, en días recientes, vio con horror que un caso penal  en el que se vio inmiscuida a principios de la década de los setenta se encontraba referido, como ella dijo, en el “maldito” buscador de Google. Siendo señalada y avergonzada.
Para seguir en el tema, me desayune siguiendo la Cumbre de las Américas en Panamá y me llamó la atención la declaración del  presidente Raúl Castro de Cuba: “Internet es un gran invento, sirve para lo mejor sopoy, como las lenguas de Esopo, para lo peor”.
La frivolidad nos hará pensar “Ah si, las fábulas de Esopo”, pero como nuestra cultura grecolatina es ahora tan pobre a todos los niveles, y la motivación por la que se acercaron a ella los hombres del Renacimiento de encontrar inspiración para las conductas morales que no estaban contenidas en la Biblia han desaparecido, es bueno recordar quien fue Esopo.
Esopo fue un esclavo deforme que vivió en Grecia en el siglo v antes de Jesucristo y el más grande fabulista que haya tenido la humanidad.
Habiéndole ordenado su amo, Janto, en ocasión de tener que ofrecer un festín, que fuera al mercado y trajese lo mejor que encontrara en él, no compró más que lenguas y las hizo servir aderezadas de modos distintos. Severamente lo reprendió Janto ante sus invitados. Esopo se explicó de esta manera: “¿Pues qué cosa puede haber mejor que la lengua? Es el lazo de la vida civil, la clave de la ciencia, el órgano de la verdad y la razón; con su auxilio se construyen las ciudades, se las civiliza e instruye; con ella se persuade en las asambleas, y se cumple uno de los primeros deberes del hombre, que es el ineludible de alabar a los dioses”.
Janto entonces le dijo: “Pues bueno, tráeme mañana lo peor que haya”.
Al día siguiente no hizo servir Esopo más que lenguas, diciendo: “La lengua es la madre de las discusiones, la nodriza de los pleitos, el origen de las divisiones y las guerras; lo es igualmente del error y, cosa peor aun, de la calumnia. Por ella se destruyen las ciudades, y, si por una parte celebra a los dioses, por otra es el órgano de la blasfemia y de la impiedad”.
“Las lenguas de Esopo” designa las cosas que, consideradas desde dos puntos de vista, diferentes, igual pueden ser celebradas que vituperadas como es el caso de los discursos y las redes sociales, capaces de iluminar la vida de uno, pero de los peores desastres.
Como dice la carta de Santiago en el mismo sentido y que lo podemos ampliar y actualizar a las redes sociales: 
"Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Miren, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!  Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno[e] e inflama el curso[f] de nuestra vida[.  Porque todo género[ de fieras y de aves, de reptiles y de animales marinos, se puede domar y ha sido domado por el género[i] humano,  pero ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal. Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios;  de la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así." (St, 3-5-10)

domingo, 5 de abril de 2015

México país de folletín o el camino del horror y la violencia: un viaje en carretera de Acapulco al DF



Los bandidos de Río Frío, escrita entre 1889 y 1891 por Manuel Payno (1810-1894), es, quizá, una de las novelas mexicanas más populares de México. A pesar de que muchos críticos señalan que es una obra mediocre en técnica y estilo, la respuesta de los lectores contradice su popularidad que se remonta a los tiempos en que fue publicada por entregas. Su éxito está en la estructura misma de la novela, concebida para atraer al lector de tal manera que prácticamente le obliga a no dejar el libro hasta haberlo terminado. Los capítulos, aunque su número es considerable (117) son cortos; la temática resulta ligerísima; los personajes, fácilmente aceptables e identificables por completo; la trama, entendible de principio a fin; el entorno, el centro de la ciudad de México, los canales navegables existentes en el siglo XIX, los alrededores, San Ángel, Chalco, Puebla, generan un clima verdaderamente delicioso al recreárseles de manera atinada.

Según lo especifica Payno en el capítulo final de la obra, donde señala cómo la ideó, en qué se basó y cuando y en dónde la terminó, tenemos que sus personajes, por lo menos los centrales, fueron tomados de personajes históricos, como es el caso de Relumbrón, para cuya creación se inspiró en el Coronel Yáñez, un célebre bandolero de la época del General Santa Anna quien, utilizando sus contactos a nivel oficial, extraía información y aprovechaba la cobertura de su puesto, que le brindaba un excelente marco de impunidad:

En una de las épocas en que gobernó la República el general don Antonio López de Santa-Anna, se desarrolló el robo en la capital, en sus cercanías y en el camino de Veracruz de una manera tal, que llamó la atención de las autoridades.
Por medios también raros y casuales, se descubrió que un coronel Yáñez, ayudante del general Santa-Anna, presidente de la República, era el jefe de una asociación que tenia cogidas como en una red a la mayor parte de las familias de México. El aguador, la cocinera, el cochero, el portero, todos eran espías, cómplices y ladrones, y por más seguridades que se tomaran y los mejores papeles de conocimiento que se exigieran, nunca se llegaba a saber si se tenían sirvientes honrados o pertenecían a la banda de Yáñez.
A la captura del coronel Yáñez siguieron otras, y más de ciento cincuenta personas de diversas categorías fueron encerradas en la cárcel, y otras, como unos bilbaínos de gran rumbo y apariencia, lograron fugarse y volver a España.
Por último, el coronel Yáñez y tres o cuatro compañeros fueron condenados a muerte y ejecutados, y cosa de cincuenta, enviados a los presidios de Perote y San Juan de Ulúa.
Los autos de tan célebre causa los vi, y eran, no cuadernos, sino cuatro o cinco resmas de papel. Antes de que yo pudiera obtener permiso para registrarlos, habían desaparecido.
El personaje, pues, que figura en la novela, ha existido realmente; pero por más que he hecho para inventar lances, robos y asesinatos, me he quedado muy atrás de la verdad, y el extracto de la causa habría sido más interesante que cuantas novelas se pueden escribir.
Con este material escaso, con el título alarmante que me dio mi buen amigo don Juan de la Fuente Parres, y con algunos sucesos contemporáneos, formé la trama y he escrito esta novela, no de largo, sino de larguísimo aliento.

            Yo he sido de los seguidores de sus novelas, y los ubicaba como costumbristas, pero la semana pasada decidí salir de la ciudad de México rumbo a Acapulco, lugar que siempre me gustó desde pequeño y que me evoca a mi familia. Pero mi sorpresa fue ver que como Payno, se podría escribir una novela  de “larguísimo aliento” de “título alarmante”, donde nos quedaríamos muy “atrás de la verdad” en el cúmulo de “lances, robos y asesinatos”.  Además creo que los personajes como “Relumbrón” vinculado a la presidencia de la República, no sería uno, sino varios que harían palidecer al decimonónico personaje.

            Baste para ello no las “resmas de papel” sino los terabytes de información sobre los “Bandidos de la carretera a Acapulco”, como menciona  SinEmbargo en noviembre de 2014 y que verifique en estos días pasados.

Las horas más de sol que antes caían sobre la Carretera Federal 95 ahora sólo existen en canciones, libros, fotografías o simples recuerdos. La violencia, injusticia e inseguridad que imperan en el país, nublan el asfalto de la arteria más importante que conecta a la Ciudad de México con el Puerto de Acapulco.
Año con año las autoridades de los tres órdenes de gobierno montan operativos y planes para que los vacacionistas visiten las playas guerrerenses y los pueblos aledaños. Fortalecer el turismo para beneficiar a los pobladores, esa es la consigna gubernamental; sin embargo, los resultados no son los deseados, cifras de la Iniciativa Privada lo demuestran: en esta temporada “a duras penas se alcanzará una afluencia del 40 por ciento”, dice la Coparmex. Fuera de ello, la miseria y falta de oportunidades prevalecen en los municipios por los que atraviesa esta vía.
La Autopista del Sol no sólo es cara pese al descuento del 50 por ciento que mantiene el Gobierno federal, el cual deja en 201 pesos el primer tramo –costo que se mantendrá al menos hasta 2015–, sino que también está mal hecha: tan sólo en el tramo México-Cuernavaca, Caminos y Puentes Federales (Capufe) registró 350 accidentes automovilísticos en 2013, y en ese mismo año hubo 37 percances en la curva “La Pera”, muchos de estos originados por fallas en el camino. Se suman los secuestros, saqueos, robos, ataques armados, ‘encobijados’, bloqueos, catástrofes naturales y demás hechos que han dejado víctimas mortales.
Para la Secretaría de Turismo (Sectur), Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y gobiernos, esos 367 kilómetros representan un camino de oportunidades, pero no para muchos viajeros, estudiantes normalistas, trabajadores y pobladores. Todos ellos se han quedado solos a su suerte. Datos oficiales confirman el abandono por parte de las autoridades en la que hoy es considerada, una ruta nada segura.
El pasado 6 de noviembre la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), informó que el turismo en el municipio de Acapulco se ha desplomado en un 60 por ciento tras la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa y la muerte de otros tres el pasado 26 de septiembre en el municipio de Iguala.

La carretera 95 D comienza donde finalizan la avenida Insurgentes Sur y Viaducto Tlalpan en la delegación Tlalpan del Distrito Federal. En esa delegación, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a septiembre del presente año, se han registrado al menos 58 homicidios y ningún caso de secuestro.
Sin embargo, en el mes de el pasado 30 de octubre, ocho atletas fueron secuestrados en el Ajusco, región que corresponde a esta demarcación. La madrugada del día siguiente, todos fueron rescatados por elementos de la Policía Federal tras el pago del rescate.
Después de salir de la capital mexicana, la carretera se interna al estado de Morelos. El cual actualmente es la quinta entidad con el mayor número de plagios en el país, hasta septiembre de este año se han contabilizado unos 110 casos.
Según datos oficiales, en los primeros nueve meses del año se contabilizaron al menos 717 homicidios. En el trayecto de la capital mexicana al puerto guerrerense, se atraviesan diversos municipios de Morelos, entre ellos Cuernavaca, una de las entidades más violentas del estado.
El primer municipio por el que atraviesa es el de Huitzilac, en el poblado de Tres Marías. Ese municipio de acuerdo con datos del SESNSP, contabilizó hasta el mes de septiembre, 17 casos de homicidio, dos de secuestro.
De ese punto, el camino continúa hasta la ciudad de Cuernavaca, donde en el año 2013 la tasa de homicidio por cada cien mil habitantes llegó a un 34.78 por ciento. Hasta septiembre de este año, se contabilizaron al menos 155 homicidios. Del delito de privación ilegal de la libertad, de acuerdo con datos oficiales, se han registrado 34 casos en el mismo periodo.
La carretera también atraviesa la ciudad de Temixco donde la tasa de asesinatos durante el 2013 por cada cien mil habitantes fue de 40.69 por ciento. De enero a septiembre de este año se han contabilizado 30 homicidios y al menos 8 secuestros.
Posteriormente, la carretera se interna por el municipio de Xochitepec. Donde la cifra de homicidios en los primeros nueve meses de este año, asciende a 21. Mientras que la de secuestro a 11.
Antes de salir del estado de Morelos, el camino pasa entre los municipios de Puente de Ixtla y Jojutla, donde le homicidio de enero a septiembre de este año, los homicidios registraban 34 y 35 casos, respectivamente.
Finalmente se ingresa a Guerrero, la segunda entidad con el mayo número de asesinatos registrados los primeros nueve meses de este 2014, unos mil 150 casos, sólo por debajo del Estado de México, que se sitúa como el estado del país con más homicidios con mil 704, en el mismo periodo. La carretera ingresa por el municipio de Zumpango, donde en el mismo periodo se contabilizaron 26 homicidios.
Al llegar a la ciudad de Chilpancingo, una de las ciudades más violentas de la entidad. Se registran de enero a septiembre, al menos 172 homicidios. Y 39 casos de secuestro.
Durante las últimas semanas, esta ciudad se ha convertido en la protagonista de varias de manifestaciones para exigir justicia por la tragedia sucedida en Iguala.
Finalmente, la ciudad de Acapulco, donde también se han registrado manifestaciones para exigir justicia para los estudiantes normalistas, es otra de las ciudades con los índices más altos de violencia en la entidad. En los primeros nueve meses del año se habían registrado unos 581 homicidios y al menos 14 secuestros.



Concluyo con lo que dice Margo Glantz: pareciera que los sucesos relatados hubiesen sido sacados de la prensa cotidiana actual, y no de la prensa contemporánea a la cronología de su novela (más o menos situada entre los años de 1830 a 1836), por su sordidez, su escandalosa violencia, el estentóreo manejo que de ellas se hace, y sobre todo por la inepta soberbia con que los que gobiernan precipitan al país en la ruina. Los Bandidos de Río Frio habla, como su título lo indica, del bandidaje, los secuestros, la inseguridad en los caminos, la ineficacia de los transportes, los asaltos a mano armada, el contrabando, y sobre todo de la corrupción que penetra hasta las estructuras más profundas de la administración pública. “México, país de folletín”, como bien decía Carlos Monsiváis