Los bandidos de Río Frío, escrita entre 1889 y 1891 por Manuel Payno (1810-1894), es, quizá, una
de las novelas mexicanas más populares de México. A pesar de que muchos
críticos señalan que es una obra mediocre en técnica y estilo, la respuesta de
los lectores contradice su popularidad que se remonta a los tiempos en que fue
publicada por entregas. Su éxito está en la estructura misma de la novela,
concebida para atraer al lector de tal manera que prácticamente le obliga a no
dejar el libro hasta haberlo terminado. Los capítulos, aunque su número es
considerable (117) son cortos; la temática resulta ligerísima; los personajes,
fácilmente aceptables e identificables por completo; la trama, entendible de
principio a fin; el entorno, el centro de la ciudad de México, los canales
navegables existentes en el siglo XIX, los alrededores, San Ángel, Chalco,
Puebla, generan un clima verdaderamente delicioso al recreárseles de manera
atinada.
Según lo especifica Payno en el capítulo final de la obra, donde señala
cómo la ideó, en qué se basó y cuando y en dónde la terminó, tenemos que sus
personajes, por lo menos los centrales, fueron tomados de personajes
históricos, como es el caso de Relumbrón,
para cuya creación se inspiró en el Coronel Yáñez, un célebre bandolero de la
época del General Santa Anna quien, utilizando sus contactos a nivel oficial,
extraía información y aprovechaba la cobertura de su puesto, que le brindaba un
excelente marco de impunidad:
En una de las épocas en que gobernó la República el general don Antonio
López de Santa-Anna, se desarrolló el robo en la capital, en sus cercanías y en
el camino de Veracruz de una manera tal, que llamó la atención de las
autoridades.
Por medios también raros y casuales, se descubrió que un coronel Yáñez,
ayudante del general Santa-Anna, presidente de la República, era el jefe de una
asociación que tenia cogidas como en una red a la mayor parte de las familias
de México. El aguador, la cocinera, el cochero, el portero, todos eran espías,
cómplices y ladrones, y por más seguridades que se tomaran y los mejores
papeles de conocimiento que se exigieran, nunca se llegaba a saber si se tenían
sirvientes honrados o pertenecían a la banda de Yáñez.
A la captura del coronel Yáñez siguieron otras, y más de ciento cincuenta
personas de diversas categorías fueron encerradas en la cárcel, y otras, como
unos bilbaínos de gran rumbo y apariencia, lograron fugarse y volver a España.
Por último, el coronel Yáñez y tres o cuatro compañeros fueron condenados
a muerte y ejecutados, y cosa de cincuenta, enviados a los presidios de Perote
y San Juan de Ulúa.
Los autos de tan célebre causa los vi, y eran, no cuadernos, sino cuatro
o cinco resmas de papel. Antes de que yo pudiera obtener permiso para
registrarlos, habían desaparecido.
El personaje, pues, que figura en la novela, ha existido realmente; pero
por más que he hecho para inventar lances, robos y asesinatos, me he quedado
muy atrás de la verdad, y el extracto de la causa habría sido más interesante
que cuantas novelas se pueden escribir.
Con este material escaso, con el título alarmante que me dio mi buen
amigo don Juan de la Fuente Parres, y con algunos sucesos contemporáneos, formé
la trama y he escrito esta novela, no de largo, sino de larguísimo aliento.
Yo he sido de los
seguidores de sus novelas, y los ubicaba como costumbristas, pero la semana
pasada decidí salir de la ciudad de México rumbo a Acapulco, lugar que siempre
me gustó desde pequeño y que me evoca a mi familia. Pero mi sorpresa fue ver
que como Payno, se podría escribir una novela
de “larguísimo aliento” de “título alarmante”, donde nos quedaríamos muy
“atrás de la verdad” en el cúmulo de “lances, robos y asesinatos”. Además creo que los personajes como
“Relumbrón” vinculado a la presidencia de la República, no sería uno, sino
varios que harían palidecer al decimonónico personaje.
Baste para ello no las
“resmas de papel” sino los terabytes de información sobre los “Bandidos de la
carretera a Acapulco”, como menciona SinEmbargo en noviembre de 2014 y que
verifique en estos días pasados.
Las horas
más de sol que antes caían sobre la Carretera Federal 95 ahora sólo existen en
canciones, libros, fotografías o simples recuerdos. La violencia, injusticia e
inseguridad que imperan en el país, nublan el asfalto de la arteria más
importante que conecta a la Ciudad de México con el Puerto de Acapulco.
Año con año
las autoridades de los tres órdenes de gobierno montan operativos y planes para
que los vacacionistas visiten las playas guerrerenses y los pueblos aledaños.
Fortalecer el turismo para beneficiar a los pobladores, esa es la consigna
gubernamental; sin embargo, los resultados no son los deseados, cifras de la
Iniciativa Privada lo demuestran: en esta temporada “a duras penas se alcanzará
una afluencia del 40 por ciento”, dice la Coparmex. Fuera de ello, la miseria y
falta de oportunidades prevalecen en los municipios por los que atraviesa esta
vía.
La Autopista
del Sol no sólo es cara pese al descuento del 50 por ciento que mantiene el
Gobierno federal, el cual deja en 201 pesos el primer tramo –costo que se
mantendrá al menos hasta 2015–, sino que también está mal hecha: tan sólo en el
tramo México-Cuernavaca, Caminos y Puentes Federales (Capufe) registró 350
accidentes automovilísticos en 2013, y en ese mismo año hubo 37 percances en la
curva “La Pera”, muchos de estos originados por fallas en el camino. Se suman
los secuestros, saqueos, robos, ataques armados, ‘encobijados’, bloqueos, catástrofes
naturales y demás hechos que han dejado víctimas mortales.
Para la
Secretaría de Turismo (Sectur), Secretaría de Comunicaciones y Transportes
(SCT) y gobiernos, esos 367 kilómetros representan un camino de oportunidades,
pero no para muchos viajeros, estudiantes normalistas, trabajadores y
pobladores. Todos ellos se han quedado solos a su suerte. Datos oficiales
confirman el abandono por parte de las autoridades en la que hoy es
considerada, una ruta nada segura.
El pasado 6
de noviembre la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex),
informó que el turismo en el municipio de Acapulco se ha desplomado en un 60
por ciento tras la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de
Ayotzinapa y la muerte de otros tres el pasado 26 de septiembre en el municipio
de Iguala.
La carretera
95 D comienza donde finalizan la avenida Insurgentes Sur y Viaducto Tlalpan en
la delegación Tlalpan del Distrito Federal. En esa delegación, de acuerdo con
datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública
(SESNSP), de enero a septiembre del presente año, se han registrado al menos 58
homicidios y ningún caso de secuestro.
Sin embargo,
en el mes de el pasado 30 de octubre, ocho atletas fueron secuestrados en el
Ajusco, región que corresponde a esta demarcación. La madrugada del día
siguiente, todos fueron rescatados por elementos de la Policía Federal tras el
pago del rescate.
Después de
salir de la capital mexicana, la carretera se interna al estado de Morelos. El
cual actualmente es la quinta entidad con el mayor número de plagios en el
país, hasta septiembre de este año se han contabilizado unos 110 casos.
Según datos
oficiales, en los primeros nueve meses del año se contabilizaron al menos 717
homicidios. En el trayecto de la capital mexicana al puerto guerrerense, se
atraviesan diversos municipios de Morelos, entre ellos Cuernavaca, una de las
entidades más violentas del estado.
El primer
municipio por el que atraviesa es el de Huitzilac, en el poblado de Tres
Marías. Ese municipio de acuerdo con datos del SESNSP, contabilizó hasta el mes
de septiembre, 17 casos de homicidio, dos de secuestro.
De ese
punto, el camino continúa hasta la ciudad de Cuernavaca, donde en el año 2013
la tasa de homicidio por cada cien mil habitantes llegó a un 34.78 por ciento.
Hasta septiembre de este año, se contabilizaron al menos 155 homicidios. Del
delito de privación ilegal de la libertad, de acuerdo con datos oficiales, se
han registrado 34 casos en el mismo periodo.
La carretera
también atraviesa la ciudad de Temixco donde la tasa de asesinatos durante el
2013 por cada cien mil habitantes fue de 40.69 por ciento. De enero a
septiembre de este año se han contabilizado 30 homicidios y al menos 8
secuestros.
Posteriormente,
la carretera se interna por el municipio de Xochitepec. Donde la cifra de
homicidios en los primeros nueve meses de este año, asciende a 21. Mientras que
la de secuestro a 11.
Antes de
salir del estado de Morelos, el camino pasa entre los municipios de Puente de
Ixtla y Jojutla, donde le homicidio de enero a septiembre de este año, los
homicidios registraban 34 y 35 casos, respectivamente.
Finalmente
se ingresa a Guerrero, la segunda entidad con el mayo número de asesinatos
registrados los primeros nueve meses de este 2014, unos mil 150 casos,
sólo por debajo del Estado de México, que se sitúa como el estado del país con
más homicidios con mil 704, en el mismo periodo. La carretera ingresa
por el municipio de Zumpango, donde en el mismo periodo se contabilizaron
26 homicidios.
Al llegar a
la ciudad de Chilpancingo, una de las ciudades más violentas de la entidad. Se
registran de enero a septiembre, al menos 172 homicidios. Y 39 casos de
secuestro.
Durante las
últimas semanas, esta ciudad se ha convertido en la protagonista de varias de
manifestaciones para exigir justicia por la tragedia sucedida en Iguala.
Finalmente,
la ciudad de Acapulco, donde también se han registrado manifestaciones para
exigir justicia para los estudiantes normalistas, es otra de las ciudades con
los índices más altos de violencia en la entidad. En los primeros nueve meses
del año se habían registrado unos 581 homicidios y al menos 14 secuestros.
Concluyo con lo
que dice Margo Glantz: pareciera que los sucesos relatados hubiesen sido
sacados de la prensa cotidiana actual, y no de la prensa contemporánea a la
cronología de su novela (más o menos situada entre los años de 1830 a 1836),
por su sordidez, su escandalosa violencia, el estentóreo manejo que de ellas
se hace, y sobre todo por la inepta soberbia con que los que gobiernan
precipitan al país en la ruina. Los
Bandidos de Río Frio habla, como su título lo indica, del bandidaje, los
secuestros, la inseguridad en los caminos, la ineficacia de los transportes,
los asaltos a mano armada, el contrabando, y sobre todo de la corrupción que
penetra hasta las estructuras más profundas de la administración pública. “México,
país de folletín”, como bien decía Carlos Monsiváis