lunes, 11 de julio de 2022

La banda sonora de nuestras vidas- El concierto de Aranjuez

 


En la cultura mediática que vivimos y sobre todo, hasta donde sé, desde Wagner. la música se ha vuelto en un elemento fundamental que se vincula a experiencias, sentimientos, personas de la vida, no es que antes no sucediera, pero hoy eso es vivido con más intensidad.  En el cine se le llama banda sonora a la música incidental que acompaña una secuencia y que trata de darle fuerza al mensaje que se quiere transmitir.  Así hay música para el suspenso, la alegría, la exaltación y un largo etcétera.

Soy un amante de la música, y varias veces he hecho este ejercicio: ¿Cómo musicalizaría ese momento que viví? ¿Cuáles piezas estarían en la banda sonora de mi vida? No pretendo abrumarlos, pero si quisiera compartir dos momentos.

Mi madre, María Esther, que murió en 1990, desde muy joven amaba el concierto para violín y orquesta de Tchaikovsy, opus 35, el cual le gustaba poner mientras hacía sus actividades domésticas.  Siendo soltera, me decía que sus hermanas y mi abuelo le decían: “ya quita esas tripas de gato y chillidos”. Como fui creciendo, oír las escalas de ese concierto me evocaban a mi madre.  Cuando le detectan cáncer y los dolores eran tan intensos, tuve una idea, obvio el disco de 33 rpm en vinil estaba muy maltratado, pero conseguí en la librería Gandhi una versión en CD y en mi grabadora se lo ponía, y eso la relajaba, cuando ya ni la morfina calmaba su dolor.  Cuando se terminaba me decía: “vuelve a ponerlo”. Así que hoy cada que se programa el concierto me gusta repetir la experiencia, evocando mis memorias maternas, de tal modo que para mi, este concierto es un sacramento de mi madre.

En la otra parte, mi padre Luis, me legó dos cosas: los placeres por la historia y por la música de concierto. Desde muy pequeño nos llevaba a mi y a mi hermana al palacio de  Bellas Artes a escuchar a los Solistas de Zagreb, al arpista Nicanor Zabaleta o Narciso Yepes. 

Cuando tuvimos la oportunidad de ir a ver a Narciso Yepes, mi papá me regaló después un disco donde tocaba el concierto de Aranjuez y la Fantasía para un gentil hombre, de la casa discográfica Deutche Gramaphone.  Personalmente el concierto de Aranjuez era algo muy ordinario y con poca fuerza para llamar mi atención pues evocaba  en mí más los comerciales de  muebles de los Hermanos Vázquez y sus locutores promoviendo colchones y salas, o algunas versiones pop del Adagio como las insufribles para mi de Il Divo con  "Aranjuez mon amour“.


Este pasado 9 de julio después de 29 meses de no poder venir por la sindemia del COVID 19, inició la temporada de verano de la Sinfónica de Minería. El programa se titulaba "Odisea Fantástica“, y el solista era un gran guitarrista español, Pablo Sainz Villegas.  Venía nervioso porque en el camino y en el lugar, evocaba con nostalgia a antiguos amigos, maestros y momentos de mis tiempos del doctorado en la UNAM.  El programa con buena parte de música española no me entusiasmaba mucho. Personalmente tengo algo no solucionado con tres religiosos españoles un tanto de patanes, ignorantes y pretenciosos, que me son entrañablemente aborrecibles y que provocaban en mí una hispanofobia visceral, aunque intelectualmente como historiador valoro las raíces culturales de esa parte.

El maestro Carlos Miguel Prieto comenzó diciendo que volver a la sala Nezahualcóyotl al inaugurar la temporada era motivo de gran festejo y alegría, pero al mismo tiempo de evocación y nostalgia por los que ya no estuvieron para este inicio. Coincidí con él, pues reflejaba lo que sentía. La primera parte interpretaron "Iberia“ de Debussy, que me provocó somnolencia.  Pero se presenta el solista Pablo Sainz Villegas y toma el micrófono y ahí comenzó la epifanía.

Más o menos dijo que el Concierto de Aranjuez es uno de los elementos identitarios de la cultura española. Compuesto en un contexto de guerra (la Civil Española y la Segunda Mundial), el concierto d es, como toda la música, un punto de encuentro con un mensaje: humanizar y recordar a quien lo escucha que siempre hay algo más allá del dolor.

Joaquín Rodrigo lo escribió en 1939, en el exilio en París, con la incertidumbre de lo que sería España y al perder a su hijo.  Lo que musicalmente describe lo hace un autor ciego, pues lo era desde los 5 años a causa de la difteria.  Todo lo hace a partir de las sensuales, diría sensitivas descripciones que le hace su esposa Victoria Kamhi, nacida en Estambul.

El primer movimiento es un Alegro con Spirito, que es un homenaje al cante flamenco.  Inicia con un rítmico zapateado y dice el maestro Sainz que este es una expresión de fuerza y destreza, es un homenaje a la tierra, al ritmo, a la herencia, a la historia, a la influencia árabe, hispana, africana y a nuestras raíces por supuesto, que se mantienen vivas a través del mestizaje de su gente y nuestra cultura. Con fuerza nos plantamos en la vida y la historia zapateando.

Luego dijo que el tercer movimiento Alegro Gentile, está inspirado en el palacio real de Aranjuez y sus jardines, construidos en el estilo del "buen gusto", mal llamado neoclásico, renacentista o rococó, donde se evoca la ligereza, el aire, el salto, presente también en la danza que busca elevarse con movimientos ligeros. Y que expresa ese deseo del ser humano por trascender.  Quien me viera vería que hasta aquí tenía la boca abierta de asombro.

Finalmente, al hablar sobre el famoso adagio, dijo el maestro Pablo que en el cante flamenco, cuando entra el cantaor, se para el zapateo y la danza, para escuchar en silencio el gozo, la tristeza, el dolor profundo de lo humano. Y que el compositor Joaquín Rodrigo expresa con la guitarra su pérdida por la muerte de su niño recién nacido.  Grita de dolor, pero al final la orquesta que representa la voz de Dios le invita a integrarla entre la historia y la aspiración a la trascendencia resucitando a su bebe, donde en un diálogo esta aceptación por la pérdida se ve representada.

Nos invitaba finalmente el solista a que disfrutáramos el concierto, sabiendo que hemos perdido mucho, a muchos y que hiciéramos la catarsis para evocar lo que hemos perdido en este par de años de la sindemia de COVID.  La verdad Aranjuez lo vi y sentí con otros ojos, siendo un ejercicio para facilitar asumir las pérdidas de amigos y amigas, familiares, mi padre, tragedias personales, eclesiales y sociales, terminando con una sensación de exaltación.

Pero la cosa no paró ahí. Vino el esperado Encore, y el maestro Pablo Sainz nos dice que interpretará “Recuerdos de la Alhambra” de Francisco de Tárrega, pero nos pide lo oigamos de una manera diferente, evocando a las personas que perdimos, las condiciones de salud que perdimos y lo que cambió en nuestras vidas, haciendo con ello una catarsis. Nos pidió que el final no aplaudiéramos. Que nos quedáramos en silencio y nos retiráramos al intermedio así llenando el silencio de sentimiento, cosa que a algunos les costó, pero los minutos que duró la interpretación, yo no paré de llorar y así pasé largo rato sanando el pasado y las pérdidas, dándome cuenta que no me había permitido hacerlo bien en estos meses. 

Ya me extendí pero quiero terminar compartiendo lo que en una entrevista reciente dice el maestro Pablo Sainz Villegas:

Mi intención cuando interpreto la música es dar esperanza, recordar a las personas que tienen esa parte sensible y vulnerable dentro en la que todos nos encontramos; esa parte que todos sufrimos, pero que más allá de ese sufrimiento hay un lugar de encuentro, de paz y de reconciliación, de seguir viviendo. Mi intención es humanizar a través de la música y cuidar que las personas vean reflejada esa humanidad en cada uno de nosotros, y que desde ahí generemos cada uno el cambio en ese entorno.

La misma razón por la que (el concierto de Aranjuez) se ha hecho uno de los conciertos más universales escritos jamás en música clásica: por esa universalidad que el maestro Joaquín Rodrigo supo poner en cada nota, una honesta vulnerabilidad de sus emociones transmutada en sonido. Todos los grandes compositores de la historia, y esas grandes melodías y piezas que han trascendido el tiempo para convertirse en universales, tienen ese elemento común que las define: esa vulnerabilidad del ser humano por conectarse con esa parte más sensible de su ser. Y en esa honestidad y esa vulnerabilidad encuentran el el poder inmenso creativo de la composición, de hacer algo memorable, trascendental, divino. Y el Concierto de Aranjuez maneja como pocas obras ese viaje emocional de la reconciliación del dolor en aceptación. Y eso es algo universal. Todos los seres humanos sabemos lo que es la alegría y la tristeza. Y cuando además en una pieza nos muestra ese viaje emocional de ese dolor tan profundo del maestro Joaquín Rodrigo y su esposa de haber perdido a un hijo, en esa conversación con la orquesta como voz divina, en esa plegaria y en esa oración del segundo movimiento entre lo humano y lo divino, ahí es donde el maestro supo expresar esa vulnerabilidad de su dolor y sus emociones, plasmarlo de manera honesta, y, al hacerlo, conseguir una liberación y una aceptación de ese dolor. Y para mí eso es lo que lo hace universal y eso es lo que a todos los seres humanos que escuchan esta pieza, independientemente de su contexto cultural, político y social, económico, les dice algo que es universal, ancestral, y que les comunica con esa parte tan profunda y tan vulnerable del ser humano. Cuando lo escuché de niño, con esa emoción sincera, honesta y esa vulnerabilidad, me conectaba con ese lugar; creo que a todos los seres humanos que escuchan este concierto los lleva a ese lugar único. En el primer y tercer movimiento, también la música española. El maestro Joaquín Rodrigo celebra la pasión flamenca en el primer movimiento; y la música folclórica en el tercero abraza ese momento emocional del segundo movimiento, con música alegre. Eso hace que al final sea como la vida misma.  (https://www.milenio.com/cultura/pablo-sainz-villegas-concierto-aranjuez-banda-sonora-vida)



martes, 8 de marzo de 2022

Encuentros y desencuentros feministas


Hoy es 8 de marzo, día internacional de la mujer.

Esta conmemoración genera en mí sentimientos encontrados. Por una parte reconocer la importancia que tienen ellas en la conformación de lo que soy, las excelentes compañeras de vida y de proyectos. La lista es grande, muy grande que apabulla por su luminosidad de modo sincero y claro.  lluvia de estrellas.

Pero como varón rechazo la "buenaondita" de muchos que sin la menor crítica se suman a felicitar (aberrante) o a hacer suyas algunas expresiones que definitivamente no podemos aceptar. Solo señalaré las violentas, que para mi son formas de machismo introyectado y que he padecido.

El espacio donde me declaro afectado por la androginia (odio a los varones) es en el mundo académico y laboral.  Jamás dejaré de señalar al departamento de Historia de la Ibero, donde la directora y su séquito de amazonas impusieron su ideología y hoy tienen ese espacio convertido en gineceo académico que no aporta nada ni a la ciencia histórica, ni a la sociedad.  Otro es el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, sumergido en un marasmo similar por grupos feministas que se autoreciclan, amafian y no aportan como señalé tampoco nada. 

Luego los movimientos violentos feministas que en marzo de 2021 destruyeron la estación por donde accedo con dificultad para mi casa y que apenas la rehabilitaron, esperando que este año no quede hecha polvo en nombre de ellas. O la vez que invadieron los pasillos del metro con su absurda "mercadita" y que provocaron que con mi dificultad visual cayera de bruces sobre su mercancía.  Las odié y las sigo odiando porque representan violencia que en el estilo en qué lo ejercen es machismo.

¿Sirven de algo esas provocaciones? No creo, porque destruyendo, quemando, golpeando mujeres policías no han bajado una décima los índices de la violencia contra ellas.  Siguen aumentando las cifras de 3 niñas y adolescentes desaparecidas diarias y de 9 feminicidios diarios en México. Y el lugar donde se da eso es en la casa y la familia.

Ahi es donde debemos acabar con la violencia contra la mujer, en la familia y el hogar, donde el machismo es ejercido por el patriarcado y el matriarcado que es donde de verdad tienen que caer.  También nunca he visto a ningún colectivo feminista ir a Tlaxcala a quemar los prostíbulos ni casas de los grandes tratantes de mujeres, donde en un estado tan pequeño 48 municipios estén involucrados en ese comercio inhumano y no veo que se vaya a acabar. 

¡Viva el genio de la mujer! ¡ Muera el bestialismo feminista! ¡Abajo el patriarcado-matriarcado cultural!

miércoles, 12 de enero de 2022

Violencias demoniacas: se hizo el silencio

 

Se hizo el silencio


Luis Arturo García Dávalos


En una sociedad adultocéntrica, es decir aquella donde los adultos están acostumbrados a definir, decidir y opinar sobre el sentido y destino de la vida de los demás sin tomar en cuenta al que consideran menor ya sea de edad, social o cultural, se generan formas de comunicación indirecta, de reserva o de control de información, bajo la premisa de que “tú no estas capacitado/a para esto”, “esto no lo entiendes”, “son temas para grandes”, “son cosas que no te importan o no te incumben”. Y así se generan unas codependencias relacionales y afectivas que son enfermizas, no ayudan al crecimiento del otro, generan baja autoestima e inseguridad ante la vida.

Además si sumamos a lo anterior, el patriarcalismo, es decir donde el eje del grupo familiar, laboral, y social es el varón o su derivado por ausencia la madre, tenemos un paquete que incluso sacralizamos en la figura del jefe, presidente, papa o mamá como “ser de luz”, cuando lo único que provocan es que nos electrocutemos psicológica y sentimentalmente como personas, empresa y nación.

En mi experiencia personal estas formas de violencia las he vivido y padecido, ha sido un largo proceso de comprensión, asumirlo y ver también cómo en el ejercicio del poder y la autoridad lo he introyectado, ejercido y ver cómo he lastimado a muchas y muchos.

Si revisamos las escalas de violencia que marca 25 niveles, encuentro que la violencia que he ejercido y han ejercido en mí se ubica en  los primeros ocho niveles. Los presento con ejemplos vividos por mí.

1 Bromas hirientes:  El primer nivel, que consiste en chistes sobre la persona donde yo he resentido expresiones como voz de niña, cuco, nerd, cerebrito, gordito, cuatro ojos, o en mis hermanos expresiones como negro, bruja, cabezón y cosas que hacían reír a los demás, pero al que la sufría lo hacia reír de amarillo y lo peor era que era festejado por el entorno familiar sin saber cuánto daño hicieron.

2 Chantajear: Una forma muy hecha sobre todo en los ambientes femeninos familiares: “no me visitas”, “no me vas a dar cariño”, “ya no me quieres”. “yo que me desgasté por ti y así me correspondes”, “con esto que haces parece que me echas en cara mi esfuerzo” y otras formas de violencia de ese tipo. La figura dominante se vuelve controlante de personas, tiempos y actividades.  Quiere tener a todos en torno a ella o él para no sentirse abandonada o que pierde poder. Se finje enferma, pero apenas salen los familiares anda como si nada.

3 Mentir / Engañar: Aquí hay todo un mundo de actitudes. Las que yo señalo son: “no le digas a nadie pero…”, “yo no dije nada, ¿Cuándo?”, “es bien sabido que”, “yooo cuando lo dije”, “ya fui”, “yo no fui”, “que nadie lo sepa o te mueres”, “te lo cuento pero no le digas a nadie”. Incluye moverse subrepticiamente haciendo cosas evitando que se enteren los demás por la inseguridad ante una posible crítica como salió de viaje pero nadie sabe donde anda, se operó o tiene problemas de salud y ni te enteras, es decir violenta a las y los demás con su estilo de vida misterioso.

4 Ignorar: Esta es la reina de las formas de violencia familiar, pasa por expresiones como “no estoy para nadie”; tengo cuatro teléfonos y no contesto ninguno; no te hablo porque estoy cansado/a;  dejo en visto los mensajes de redes sociales; te bloqueo de mis redes; dejo sonar el teléfono sin contestar, en pocas palabras es el dejar de comunicarse y hablar.  Esta forma es muy violenta porque a la víctima le  genera un nivel de ansiedad por no saber si la otra persona está bien, mal, enojada, enferma, es una escala de expectativas que es muy desgastante.  Genera gastritis, dolores de cabeza, insomnio y en casos más agudos depresión y ataques de ansiedad. Las víctimas de esta forma de violencia son adictos al omeprazol, ansiolíticos, tranquilizantes, analgésicos y un largo etc.  de medicinas.

5 Celar. Esta en mi experiencia es menos común, pero cuando se da es con expresions de “tu mi consentido/a”. “a ella la quiero más que a ti”, “claro tu hijo el consentido”. “Yo solo confio en fulanito en los otros tres nada”; “aquí todos me ignoran”.

6 Culpabilizar. Aquí caen expresiones.  “estoy enojada/o porque tu mismo provocaste esto”. Esto no lo viví mucho.

7 Descalificar.  Esta violencia no se dio en mi casa, pero era muy común en el ambiente sacerdotal y religioso. “es brillante, inteligente y muy capaz, pero ese no es su problema” y zas la descalificación. No confíes en el o ella porque es metiche, chismoso, encimoso. Es un genio, pero es un sociópata.

8 Ridiculizar / Ofender. Es un p…, con todas las letras que quieras complementarlo. 

Estos ocho demonios de la violencia familiar que quisiera llamarlos así, inspirándome en los padres del desierto, porque cuando somos poseídos por ellos no son entes autónomos con cuernos ni trinches, ni huelen a azufre. Un demonio en la antigüedad es una fuerza espiritual. Y si revisamos estos, muchas veces los utilizamos para protegernos de los demás o cuando sentimos baja autoestima.

Los padres del desierto decían que había que dominarlos, pues son fuerzas geniales, que bien orientadas nos pueden ayudar a construir relaciones que nutran al grupo social. Pero el primer paso para exorcizarlos o dominarlos es que les pongamos nombre.  Nosotros hemos nombrado ocho, pero pueden ser más.  El problema es que pocas veces nos gusta nombrarlos y preferimos vivir con ellos y acostumbrarnos a decir tonterías como “así soy yo”, “soy de carácter fuerte”, y otras formas de autoengaño. 

Y en un exigente examen hay que decir: soy hiriente con mis burlas y chistes; acostumbro chantajear a los demás par conseguir lo que quiero y me cuesta perder el control; miento e invento porque me cuesta ser confrontado ; soy un dragón de hielo con mi indiferencia protectora de mi fragilidad y me siento seguro en mi silencio y bloqueo; soy una perversa/o que me encanta celar para no perder el control afectivo y me siento seguro sin comunicar a nadie mis planes que son para mi solito/a; soy un irresponsable que no asumo mis errores y me victimizo y culpabilizo a mi mamá, papá, jefes y reparto culpas como mierda por la vida; siento que valgo tan poco que me vivo buscando los defectos de las y los demás para saber que soy mejor y no le reconozco a nadie ningún logro; soy maestro de la ironía y de la burla de los defectos y fragilidad de los demás para no sentirme mal.

Duele hacer lo anterior y duele que te lo hagan ver, pero es el primer paso.  El siguiente,  después de hacer esto es darse cuenta de qué tan arraigadas están esas formas en nosotros/as y dar pasos para superar esta y otras formas de violencia.  Y si es muy arraigada, pedir ayuda, no pasa nada.

En fin escribo esto porque en estos días que he tenido más contacto con la familia me han saltado estas reflexiones que dedico con cariño a mis hermanos, primos, tías y familiares, que a veces cuando hemos sido víctimas de la violencia nos distanciamos hasta la ruptura, el alejamiento, el saludo forzada, el dejarnos en visto, que no ayudan en nada y si destruyen en mucho.



domingo, 2 de enero de 2022

Umbrio por la pena que cuando estalla mancha todo


cree estar preparado y que enfrentarla en varias ocasiones le da serenidad.  Eso es totalmente falso. Cuando te toca la pérdida de un ser querido la sensación de abandono y orfandad es terrible y más cuando es la de tu padre o tu madre.
Mi padre se fue apenas terminando la Navidad de 2021 a las 3 de la mañana del domingo 26.  Fueron casi 94 años de vida y caminar, dos matrimonios, cuatro hijos, cinco nietos y un sinfín de amigos y pacientes que ayudó, pues fue un buen pediatra. La medicina fue su vocación y la curiosidad permanente por las cosas. Tuvo sus defectos, pero hoy con su ausencia, cosa que creo hará el mismo Dios, eso se ve totalmente secundario. Lo extraño y como pasan los días eso es cada vez más. La pena es tan grande que como dice Miguel Hernández cuando estalla “mancha todo”.  Y en estas recordamos a Serrat, pues surgen las pequeñas cosas que nos evocan los recuerdos y como dice:

Uno se cree
Que las mató el tiempo
Y la ausencia
Pero su tren
Vendió boleto
De ida y vuelta
Son aquellas pequeñas cosas
Que nos dejó un tiempo de rosas
En un rincón
En un papel
O en un cajón
Como un ladrón
Te acechan detrás de la puerta
Te tienen tan
A su merced
Como hojas muertas
Que el viento arrastra allá o aquí
Que te sonríen tristes y
Nos hacen que
Lloremos cuando
Nadie nos ve

Pero permítanme glosar a otro poeta. A mi Jaime Sabines, el de lo cotidiano.  Ante la muerte de su padre ecribia estas letras que recorto y adapto a mi realidad con su permiso y libertad:

I

Déjame reposar,
aflojar los músculos del corazón
y poner a dormitar el alma
para poder hablar,
para poder recordar estos días,
los más largos del tiempo.
La Navidad más terrible, la más aciaga.
Convalecemos de la angustia apenas
y estamos débiles, asustadizos,
despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño
para verte en la noche y saber que respiras.
Necesitamos despertar para estar más despiertos
en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.

Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,
por eso es que este hachazo nos sacude.
Nunca frente a tu muerte nos paramos
a pensar en la muerte,
ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la
alegría.
No lo sabemos bien, pero de pronto llega
un incesante aviso,
una escapada espada de la boca de Dios
que cae y cae y cae lentamente.
Y he aquí que temblamos de miedo,
que nos ahoga el llanto contenido,
que nos aprieta la garganta el miedo.

Nos echamos a andar y no paramos
de andar jamás, después de medianoche,
en ese pasillo del hospital frío y silencioso
donde hay una enfermera despierta de ángel.
Esperar que murieras era morir despacio,
estar goteando del tubo de la muerte,
morir poco, a pedazos.

No ha habido hora más larga que cuando no
dormías,
ni túnel más espeso de horror y de miseria
que el que llenaban tus lamentos,
tu pobre cuerpo herido.

II
Vamos a hablar del Príncipe Diabetes,
Señor del Pancreas, Varón de los intestinos,
que se divierte arrojando dardos
a los ojos, a los riñones mustios,
a los pies multitudinarios.

Mi padre tiene su sistema digestivo deshaciendo,
Y yo mando a volar a todos los soles del mundo.
El Señor Diabetes, El Señor Imbecil con su corona de Coca Cola,
es sólo un instrumento en las manos obscuras
de los dulces personajes que hacen la vida.

En las cuatro gavetas del archivero de madera
guardo los nombres queridos,
la ropa de los fantasmas familiares,
las palabras que rondan
y mis pieles sucesivas.

También están los rostros de algunas mujeres
los ojos amados y solos.
Y de las gavetas salen sus hijos, sus adoradas nietas y nieto.
¡Bien haya la sombra del árbol de tantos que sembraste
llegando a la tierra,
porque es la luz que llega!

III
De las ocho de la noche en adelante,
Después de pelear con imbéciles médicos 
Que prometen supervivencia y no calidad de vida
Mientras se frotan las manos para completar 
Sus frivolos gastos vitales,
viendo televisión y conversando
estoy esperando la muerte de mi padre.
Desde hace unas horas , esperando.
en su dolor tan lleno y derramado,
su no dormir, su queja y su protesta,
en el tanque de oxígeno y las muelas
del día que amanece, buscando la esperanza.
Llevame a casa, allá me curo, me pedía, me suplicaba
Y tenía razón era la casa grande donde se curaría,
La de sus padres, hermanos y esposa que lo esperaban ya
Con ansias.

Mirando su cadáver en los huesos
que es ahora mi padre,
e introduciendo agujas en las escasas venas,
tratando de meterle la vida, de soplarle
en la boca el aire...

(Me avergüenzo de mí hasta los pelos
por tratar de escribir estas cosas.
¡Maldito el que crea que esto es un poema!)

Quiero decir que no soy enfermero,
padrote de la muerte,
orador de panteones, alcahuete,
pinche de Dios, sacerdote de penas.,,

IV
Somos polvo de estrellas
Y eso eres tu ahora.
Madre generosa
de todos los muertos,
madre tierra, madre,
brazos de intemperie,
regazo del viento,
nido de la noche,
madre de la muerte,
recógelo, abrígalo,
desnúdalo, tómalo,
guárdalo, acábalo.
Hazlo polvo de estrellas

V
No podrás morir.
Ni hecho polvo
no podrás morir.
Sin agua y sin aire
no podrás morir.
Sin azúcar, sin leche,
sin frijoles, sin carne,
sin harina, sin higos,
no podrás morir.
Sin mujer y sin hijos
Nietas y nietos
no podrás morir.
Debajo de la vida
no podrás morir.
En tu tanque de cenizas
no podrás morir.
En tu urna
no podrás morir.
En tus venas sin sangre
no podrás morir.
En tu pecho vacío
no podrás morir.
En tu boca sin fuego
no podrás morir.
En tus ojos sin nadie
no podrás morir.
En tu carne sin llanto
no podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
Incineramos tu traje,
la maldita enfermedad y
no podrás morir.
Tu silencio enterramos.
Tu cuerpo con candados.
Tus canas finas,
tu dolor clausurado.
No podrás morir.

VI
Te fuiste no sé a dónde.
Te espera tu cuarto.
Mi mamá Esther
te estamos esperando.
Nos han dado abrazos
de condolencia, y recibimos
llamadas, mensajes, noticias
de que te fuiste,
pero tu nieta desde Canadá
te busca,
y todos, sin decirlo,
te estamos esperando.

VII
Es un mal sueño largo,
una tonta película de espanto,
un túnel que no acaba
lleno de piedras y de charcos.
¡Qué tiempo éste, maldito,
que revuelve las horas y los años,
el sueño y la conciencia,
el ojo abierto y el morir despacio!

VIII
Recién parido en el lecho de la muerte,
criatura de la paz, inmóvil, tierno,
recién niño del sol de rostro negro,
arrullado en la cuna del silencio,
mamando obscuridad, boca vacía,
ojo apagado, corazón desierto.

Pulmón sin aire, niño mío, viejo,
cielo enterrado y manantial aéreo
voy a volverme un llanto subterráneo
para echarte mis ojos en tu pecho.

IX
Morir es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse un momento, estarse quieto,
pasar el aire de una orilla a nado
y estar en todas partes en secreto.

Morir es olvidar, ser olvidado,
refugiarse desnudo en el discreto
calor de Dios, y en su cerrado
puño, crecer igual que un feto.

Morir es encenderse bocabajo
hacia el humo y el hueso y la caliza
y hacerse tierra y tierra con trabajo.

Apagarse es morir, lento y aprisa
tomar la eternidad como a destajo
y repartir el alma en la ceniza.

X
Padre mío, señor mío, hermano mío,
amigo de mi alma, tierno y fuerte,
saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
saca tu cuerpo de la muerte.

Saca tu corazón igual que un río,
tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frío
saca todo tu cuerpo de la muerte.

Amo tus canas, tu mentón austero,
tu boca firme y tu mirada abierta,
tu pecho vasto y sólido y certero.

Estoy llamando, tirándote la puerta.
Parece que yo soy el que me muero:
¡padre mío, despierta!

XI
No se ha roto ese vaso en que bebiste,
ni la taza, ni el tubo, ni tu plato.
Ni se quemó la cama en que moriste,
ni sacrificamos un gato.

Te sobrevive todo. Todo existe
a pesar de tu muerte y de mi flato.
Parece que la vida nos embiste
igual que la diabetes en tu estómago.

Te incineraron, te lloramos, te morimos,
te estás bien muerto y bien fregado y yermo
mientras pensamos en lo que no hicimos

y queremos tenerte aunque sea enfermo.
Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos
a no ser habitantes de tu infierno.

XII
Papá por sesenta o por cincuenta años,
amigo de mi vida todo el tiempo,
protector de mi miedo, brazo mío,
palabra clara, corazón resuelto,

te has muerto cuando menos falta hacías,
cuando más falta me haces, padre, abuelo,
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.

Te has muerto y me has matado un poco.
Porque no estás, ya no estaremos nunca
completos, en un sitio, de algún modo.

Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
a empobrecerlo más, y a hacer a solas
tus gentes tristes y tu Dios contento.

XIII
¿Será posible que abras los ojos y nos veas
ahora?
¿Podrás oírnos?
¿Podrás sacar tus manos un momento?

Estamos a tu lado. Es nuestra fiesta,
tu cumpleaños, viejo.
Tu mujer y tus hijos,  y tus nietos
venimos a abrazarte, todos, viejo.
¡Tienes que estar oyendo!
No vayas a llorar como nosotros
porque tu muerte no es sino un pretexto
para llorar por todos,
por los que están viviendo.
Una pared caída nos separa,
sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo.

XIV
Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo
que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.
No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.

Eras, cuando caía, eras mi abismo,
cuando me levantaba, mi fortaleza.
Eras brisa y sudor y cataclismo,
y eras el pan caliente sobre la mesa.

Amputado de ti, a medias hecho
hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,
desmantelada el alma, abierto el pecho,

Ofrezco a tu dolor un crucifijo:
te doy un palo, una piedra, un helecho,
mis días, y me aflijo.